
Dicen que segundas partes nunca fueron nuevas. El madrileño e histórico establecimiento se trasladó al metro Cartagena, dejando la antigua tienda en manos de un colega. Jose y compañía le echaron los restos. Taller mecánico, transformaciones, pintura, todo. No pudo ser. Tras unos pocos años de lucha, éxitos, traiciones, diversión y zozobras, el martillo se fué a Vallecas y más tarde se derritió. La foto se la hice en la época boyante, ilusionada. QEPD.
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